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viernes, 11 de mayo de 2012

El Castillo, centro de la vida Feudal


Castillo Feudal

El Castillo del señor feudal era una fortaleza. En tiempos de paz era el centro de operaciones del señor y de la gente que éste gobernaba. En tiempos de guerra era un pueblo a pequeña escala protegido por murallas, donde se refugiaban las personas y sus animales.

      Pronto los Caballeros empezaron a hacer Castillos de piedra. Dependiendo de la importancia del señor feudal era la construcción o ampliación del Castillo.

      La mayoría de los Castillos estaban situados encima de una montaña rodeada de pantanos, o bien era una isla. Alrededor de las murallas había grandes surcos, que se llamaban fosos. Y estos fosos, podía llenarse de agua para evitar la invasión del enemigo. Los Castillos tenían grandes torres llamadas almenas.

      Las murallas exteriores de los Castillos tenían de seis a diez metros de espesor. En ellas había pequeñas ventanas, desde las cuales los defensores del Castillo podían disparar sus armas. En toda la parte superior del muro había un pasillo, llamado plataforma.

      En la mayoría de los Castillos feudales había una Iglesia. La gran torre en los Castillos es llamado Alcázar. Sí los atacantes atravesaban las murallas, entonces el alcázar era el último refugio; ahí guardaban provisiones, y había un pozo de agua.



En el centro del patio estaba el edificio principal del Castillo. Ahí  comía y recibía el Señor Feudal. Este espacio era llamado el "gran salón", era la estancia más amplia y agitada. Durante los grandes banquetes había trovadores, juglares que tocaban música, contaban aventuras de Caballeros o cantaban canciones de amor.
      En el centro del patio estaba el edificio principal del Castillo. Ahí  comía y recibía el Señor Feudal. Este espacio era llamado el "gran salón", era la estancia más amplia y agitada. Durante los grandes banquetes había trovadores, juglares que tocaban música, contaban aventuras de Caballeros o cantaban canciones de amor.

Organización del a Sociedad feudal


El rey se encontraba en la cúspide de la sociedad feudal y eran considerados representantes de dios en la Tierra. Era considerado un primus inter pares (primero entre iguales). El rey tenía una serie de atribuciones específicas:


1- Dirigir campañas militares, a las que debían acudir sus vasallos (mesnadas).
2- Pedir impuestos en caso de guerras, coronaciones, bodas, etc.
3- Ejercer de juez supremo en plietos aunque no podía interferir en los feudos de sus nobles, o en la Iglesia.



La nobleza
Todos los nobles no eran igual de poderosos. La guerra era la principal actividad de los caballeros. Luchaban a caballo y sus armas eran la lanza, el escudo y la maza. En épocas de paz, realizaban cacerías, torneos y justas, para divertirse y entrenarse en el combate. Los hijos de los nobles empezaban su educación militar desde que eran niños. De pequeños servían como pajes y escuderos de un noble importante, con el que aprendían las distintas técnicas del combate. Cuando llegaban a la mayoría de edad pasaban a ser caballeros tras una ceremonia específica. En caso de guerra, el rey convocaba a los caballeros y les pedía ayuda militar. Los caballeros y sus vasallos acudían con sus tropas y formaban una mesnada. Cuando la guerra terminaba, todos los nobles volvían a sus feudos.

En ocasiones, los caballeros luchaban entre sí para hacerse con las tierras del otro.


Vestimenta del caballero

Las armaduras fueron un objeto imprescindible para los caballeros medievales, el elemento que les protegía de los ataques de sus enemigos. Los maestros armeros, que se organizaban en gremios, eran los encargados de fabricarlas.


Durante muchos siglos, la cota de malla fue el elemento que protegía a los guerreros. Pero en la Edad Media comenzó a ser sustituida por la armadura, mucho más eficaz, lo que tuvo como resultado un extraordinario desarrollo del arte de los armeros. El oficio de armero es muy antiguo y alcanzó gran desarrollo ya en el Imperio Romano. La época de las armaduras va aproximadamente de 1340 a 1650, aunque a partir de 1560 empezaron a dejar de fabricarse. El motivo es que, con objeto de lograr la protección adecuada contra la creciente eficacia de las armas de fuego, las armaduras de hierro se hicieron más y más gruesas hasta llegar a ser tan pesadas que se hizo imposible su uso.

La vestimenta de caballo

Ya conocemos las armaduras de los caballeros hechas de hierro y que apenas les permitían andar, pero ¿cómo era la armadura del caballo?
Para los torneos los caballos lucían la misma armadura que durante la guerra. Primero se vestía al corcel con armaduras de cuero luego se les añadía una malla. Finalmente se colocaban unas placas de hierro en lugares estratégicos como: la cabeza con la testera, el cuello con la capizana, la pechera que era de donde colgaban los emblemas heráldicos, los costados con las flanqueras, la grupa con las bardas y el arzón que era una pieza que se unía a la silla para resguardar los genitales del caballero. Las patas quedaban al descubierto para permitir la movilidad del animal, por lo que se convertían en el punto débil de caballo y caballero.


Armas de un caballero.

Arco grande: Era un arqueamiento mecánico de acero corto que tiraba flechas pequeñas. Tomaba un tiempo largo para cargarlo. Esta arma podía tirar docenas de flechas. Prohibida por la iglesia, la mayoría de los caballeros la consideraban una arma que deshornaba, pero algunos soldados la utilizaron dé todos modos. Guillermo tuvo que tirar a una manzana sobre la cabeza de su hijo como castigo para no ser leal a la corte austríaca. Él tuvo éxito.
Arco largo - Era un arqueamiento grande bajo gran tensión que era difícil de dominar, pero podría lanzar flechas mortales hasta 100 yardas. Los ingleses la utilizaron para derrotar a los franceses en la batalla de Crecy (1346) a pesar de ser excedido en número 4 a 1.
Arco común: El arqueamiento más común que se encontrará en Europa, tiene un rango y una exactitud limitada, y se utilizaba lo más a menudo para la caza, que para la guerra.
Armas de mano.
Maza - Es una bola pesada claveteada asociada directamente a una manija. Rompían al enemigo, vino en las versiones del lacayo (de largo mango) y del jinete (corto-dirigido).
Espada - La arma más común para luchar mano-a-mano del caballero, era una lámina templada del acero que tiene aproximadamente 1, 20 de longitud. Bendecida por el sacerdote, la espada era generalmente el arma preferida de un caballero. La espada preferida de Cid, Tizona, fue enterrada con él. La espada era más que una arma, porque la lámina y el hilt formaban la muestra sagrada de la cruz. La espada más común era la broadsword. Esta arma de doble filo era de 30 " a 42" pies en longitud, pero solamente 3 a 4 libras pesadas. Así un caballero podría manejarla ágilmente en una batalla. Una espada más grande era la espada híbrida, pero que costaba su traslado y uso.

Armas del personal

Lanza - La segunda arma preferida de un caballero, fue hecha de hierro. La rectitud de la lanza simbolizó verdad al caballero, y su cabeza del hierro, fuerza. La arma más vieja del personal fue utilizada generalmente para empujar o tirar al enemigo de su caballo. Los postes eran cerca de 3 Mt de longitud y rematados con una punta de lanza que sería un triángulo.
Lucio – Era una arma suiza que servia para defenderse de los caballeros: 5 metros de largo. La utilizaban para a herir a los caballos.

Armas de sitio

Catapulta – Era una máquina para arrojar grande rocas contra las paredes de los castillos. Una taza o una red masiva es llevada a cabo bajo gran tensión por una cuerda o un encadenamiento fuerte. La tensión se afloja mecánicamente y la taza arroja su contenido de la roca, o de basura, o de vacas muertas, o del fuego griego, este fuego era muy difícil de apagar.
Torre de ataque – Era una estructura de madera sobre ruedas que era para atacar a los castillos. Durante el intento de los Moros a recuperar Valencia intentaron utilizar vanamente esta arma.



El código de caballería.
Durante la ceremonia el aspirante solía prestar juramento de ser valiente, leal y cortés, así como proteger a los indefensos.


Ideales:
Valor: Los caballeros deben soportar sacrificios personales para servir los ideales y a las personas necesitadas. Esto implica el elegir mantener verdad a toda costa.


Defensa: Los caballeros juraban cuando eran ascendidas, defender a sus señores y señoras, a sus familias, a su nación, a las viudas y a los huérfanos, y a la Iglesia. En la defensa de estos ideales e individuos.


Fe: Los caballeros que tenían una fuerte fe en Dios les permitía llevar a cabo toda una vida de sacrificios y tentaciones, dándoles raíces y esperanza fuertes contra los malvados del mundo.


Humildad: los caballeros humildes eran los primeros en decir a las otras personas cuando llevaban a cabo hechos de gran heroicidad, dándoles el honor que merecen de sus buenos hechos. Y dejando o otros que los feliciten por sus propios hechos y estos los ofrece a Dios. Esta es una de las características más sobresalientes de un caballero.

Justicia: Para los caballeros era muy importante buscar la verdad sobre todo, los caballeros no buscaban su beneficio personal. La justicia sin templar por misericordia puede traer pena, sin embargo. La justicia buscada por los caballeros sin la flexión a la tentación era la utilizada por ellos.

Generosidad: La generosidad era una característica de un caballero. Para contradecir la debilidad de la avaricia, los caballeros eran tan abundantes como sus recursos permitirían. Un caballero generoso puede recorrer mejor la línea entre la misericordia y la justicia fría.


Templanza: El caballero debía estar acostumbrado a comer y beber con moderación. Además el caballero debe ser moderado con sus riquezas, esto no significaba abstenerse de ellas sino, no utilizarlas vanamente. Sin templanza no se podía mantener el honor de la caballería. El caballero debía contenerse de sus apetitos sexuales.

Lealtad: Los buenos caballeros juraban defender fervientemente sus ideales, a la Iglesia y a sus señores, ellos darían su vida por defenderlos.


Nobleza: La nobleza es el principio de la cortesía. Y los caballeros debían así ser corteses, honrados, estimables, generosos e ilustres equitativos a todos mientras que desarrollaron y mantuvieran un carácter noble con los ideales de la caballería. Un caballero es por siempre un ejemplo a seguir.

Los caballeros también poseían mandamientos inquebrantables:


  • Creer en todo lo que la iglesia enseñe y observar todos sus mandamientos.
  • Proteger a la iglesia.
  • Tendrás respeto por sus debilidades, las defenderás.
  • Amaras el país en que naciste
  • No retrocederás ante el enemigo
  • Harás a los infieles una guerra sin cuarteles.
  • Cumplirás tus deberes feudales si no contradice la ley de Dios.
  • No mentiras y serás fiel a tu palabra.
  • Serás generoso.
  • Mantendrás el bien frente a la injusticia y el mal.


Las Damas.





La función fundamental de las mujeres nobles era casarse y tener hijos que aseguraran la permanencia del linaje. Los matrimonios eran concertados por los padres de los novios, a veces cuando estos tenían solo unos pocos años. Las que permanecían solteras ingresaban en monasterios.
Las mujeres dirigían las labores de los sirvientes, educaban a los hijos más pequeños y bordaban y tejían. Rara vez salían del castillo. Las mujeres nobles estaban sometidas completamente al marido, al que no podían desobedecer.
La alimentación de los nobles.
Se diferenciaba claramente de la de los demás grupos sociales por el mayor consumo de carne y su aderezo con especias como el azafrán, la canela o la pimienta, que tenían un precio elevado. Los alimentos se depositaban en escudillas, se partían con cuchillo y se tomaban con la mano o con cucharas.

La vida del campesino
En primer lugar hablaremos del feudo.

En cada feudo había un castillo, que era la residencia del señor, varias aldeas, en las que vivía el señor, y tierras de cultivo, pastos y bosques. Las tierras se dividian en la reserva y los mansos.
La reserva era la parte de la tierra explotaba por le propio señor. Los cultivos que se obtenían en ella pertenecía en su totalidad al señor.
Los mansos, era la tierra que le señor concedía a los campesinos para su sustenso. A cambio de estas tierras los campesinos tenían que pagar al señor unas rentas. ejemp: dinero, productos o servicios personales.
Los bosques, que eran propiedad exclusiva del señor. Y cuando los campesinos querían cazar o buscar leña en él debían pedir permiso o pagar un impuesto. En sus feudos los señores impartían justicia y cobraban impuestos. Además, los señores cobraban impuestos a los comerciantes cuando atravesaban sus dominios (peaje) y cuando cruzaban los puentes (pontazgo).
Los señores cobraban rentas diferentes a los campesionos, por ejemplo una parte de la cosecha, determinados frutos o animales (cerdos, pavos,etc) entregados una vez al año, días de trabajo obligatorio en las tierras del señor (corveas) y pequeños pagos por usar el horno, el molino, la herrería, etc.

Los campesinos evidentemente vivían en el Feudo en pequeñas aldeas y en casas humildes. Representaban el 90% de la población. Muy pocos eran propietarios de sus tierras. La mayoría vivía en el feudo y trabajaban las tierras del señor. Se dividían entre siervos y libres: 
Los siervos. Estaban sometidos completamente a la autoridad del señor. no podían abandonar el feudo, ni casarse sin su permiso, trabajaban gratuitamente para el señor. A cambio el señor los mantenía y alimentaba. Su condición social pasaba de padres a hijos.
Los campesinos libres por el contrario sí podían abandonar el feudo y decidían sus actos personales. Trabajaban en los mansos del señorío pagando a cambio unas rentas al señor y el diezmo a la iglesia.
La aldea medieval
La aldea medieval no fue una mera continuación de las aldeas y poblados anteriores, sino una nueva forma de poblamiento y organización de la vida rural que se desarrolló en Europa a partir del año 1000. Los campesinos, que hasta entonces vivían dispersos en casas aisladas en medio de los campos de labor o se desplazaban frecuentemente de un lugar a otro, se concentraron en aldeas agrupadas en torno a un castillo, una torre o una iglesia parroquial.
La residencia común en un mismo núcleo, el aprovechamiento colectivo del término comunitario, la dependencia de un mismo señor y la pertenencia a una misma parroquia contribuían a reforzar los lazos de unión y solidaridad entre los aldeanos. Pero también el señor se beneficiaba de un aprovechamiento más intenso de las tierras cultivadas y de un mayor control de la población.

La vivienda campesina.
Sus viviendas eran muy pobres, hechas de adobe, madera y cañas. Tenían una sóla habitación en la que toda la familia comía y dormía.
Los campesinos eran autosuficientes, producían todo lo que necesitaban, se alimentaban con lo que cultivaban y se vestían con la ropa que tejían las mujeres.
El trabajo en el campo era muy duro. Toda la familia, incluidos niños y ancianos, trabajaban de sol a sol con herramientas muy rudimentarias. Como no tenían abonos, cada año cultivaban solo la mitad de la parcela. La otra mitad se dejaba en barbecho, es decir sin cultivar, para que la tierra recuperase su fertilidad. Esto provocaban que la producción agrícola fuese muy baja.
Cultivaban principalmente cereales (trigo, centeno, cebada), legumbres (judías, lentejas, garbanzos), hortalizas, vides y frutales. Los de mejor posición podían criar algún animal como gallinas, corderos, cerdos o terneros.
El trabajo del campo

El trabajo en el campo era muy duro. Toda la familia campesina (hombres y mujeres, niños y ancianos) trabajaba de sol a sol con herramientas muy rudimentarias: hoces, guadañas, azadas y arados romanos.
Los campos solían estar dispuestos en anillos concéntricos en torno a la aldea. En un primer anillo, inmediato a las casas, se situaban los pequeños huertos familiares, cuyas frutas y hortalizas completaban la dieta alimenticia. Más allá, en un segundo círculo, se extendían los viñedos, los olivares y, sobre todo, los campos de cereal. Finalmente, los límites del término ya correspondían al dominio del bosque, una despensa de frutas y animales.
Solo los más ricos disponían de bueyes y caballos para tirar del arado y remover mejor la tierra. Los más pobres lo hacían con azadas y palas. Además, como disponían de poco abono, tan solo aquel que proporcionaba el ganado, era necesario dejar descansar la tierra. Cada año se cultivaba solo la mitad de la parcela y la otra mitad se dejaba en barbecho, es decir, sin cultivar, para que la tierra descansara y recuperara su fertilidad. Por todo ello, los rendimientos eran muy bajos.


La dieta campesina.
Los glúcidos se tomaban en cantidad abusiva, de los cuales la totalidad eran cereales y leguminosas, el cereal (centeno y cebada en la mesa campesina) se consumía en pan y, sobre todo, cocinado como gachas. Se tomaban potajes de legumbres y, entre las verduras, predominaban el nabo, la cebolla y la berza. La carne era un alimento de clases privilegiadas, el labriego la comía en contadas ocasiones, principalmente de cordero y de cerdo, se consumía fresca en época de matanza y el resto del año ahumada o en salazón, la mayor parte de las veces, en no muy buenas condiciones. El pescado se consideraba un alimento para enfermos, débiles, etc., y solo se consumía durante la Cuaresma. El vino era uno de los pocos lujos permitidos al campesino, lo tomaba mezclado con miel y especias y, a menudo, cocido. También bebía cerveza, a la que se añadió lúpulo a partir de la Plena Edad Media. Ambas bebidas les proporcionaban buena parte de las calorías que consumían diariamente.




Orígenes del Feudalismo


ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL FEUDALISMO:
INTRODUCCIÓN  Fue un sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se caracterizó por la concesión de feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo) a cambio de una prestación política y militar, contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad.
Pero tanto el señor como el vasallo eran hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema contemporáneo de aquél, que regulaba las relaciones entre los señores y sus campesinos. El feudalismo unía la prestación política y militar a la posesión de tierras con el propósito de preservar a la Europa medieval de su desintegración en innumerables señoríos independientes tras el hundimiento del Imperio Carolingio.
ORÍGENES 
Cuando los pueblos germanos conquistaron en el siglo V el Imperio romano de Occidente pusieron también fin al ejército profesional romano y lo sustituyeron por los suyos propios, formados con guerreros que servían a sus caudillos por razones de honor y obtención de un botín. Vivían de la tierra y combatían a pie ya que, como luchaban cuerpo a cuerpo, no necesitaban emplear la caballería. Pero cuando los musulmanes, vikingos y magiares invadieron Europa en los siglos VIII, IX y X, los germanos se vieron incapaces de enfrentarse con unos ejércitos que se desplazaban con suma rapidez. Primero Carlos Martel en la Galia, después el rey Alfredo el Grande en Inglaterra y por último Enrique el Pajarero de Germania, cedieron caballos a algunos de sus soldados para repeler las incursiones sobre sus tierras. No parece que estas tropas combatieran a caballo; más bien tenían la posibilidad de perseguir a sus enemigos con mayor rapidez que a pie. No obstante, es probable que se produjeran acciones de caballería en este mismo periodo, al introducirse el uso de los estribos. Con total seguridad esto ocurrió en el siglo XI.
Origen del sistema: Los caballos de guerra eran costosos y su adiestramiento para emplearlos militarmente exigía años de práctica. Carlos Martel, con el fin de ayudar a su tropa de caballería, le otorgó fincas (explotadas por braceros) que tomó de las posesiones de la Iglesia. Estas tierras, denominadas 'beneficios', eran cedidas mientras durara la prestación de los soldados. Éstos, a su vez, fueron llamados 'vasallos' (término derivado de una palabra gaélica que significaba sirviente). Sin embargo, los vasallos, soldados selectos de los que los gobernantes Carolingios se rodeaban, se convirtieron en modelos para aquellos nobles que seguían a la corte. Con la desintegración del Imperio Carolingio en el siglo IX muchos personajes poderosos se esforzaron por constituir sus propios grupos de vasallos dotados de montura, a los que ofrecían beneficios a cambio de su servicio. Algunos de los hacendados más pobres se vieron obligados a aceptar el vasallaje y ceder sus tierras al señorío de los más poderosos, recibiendo a cambio los beneficios feudales. Se esperaba que los grandes señores protegieran a los vasallos de la misma forma que se esperaba que los vasallos sirvieran a sus señores.
Feudalismo clásico Esta relación de carácter militar que se estableció en los siglos VIII y IX a veces es denominada feudalismo Carolingio, pero carecía aún de uno de los rasgos esenciales del feudalismo clásico desarrollado plenamente desde el siglo X. Fue sólo hacia el año 1000 cuando el término 'feudo' comenzó a emplearse en sustitución de 'beneficio' este cambio de términos refleja una evolución en la institución. A partir de este momento se aceptaba de forma unánime que las tierras entregadas al vasallo eran hereditarias, con tal de que el heredero que las recibiera fuera grato al señor y pagara un impuesto de herencia llamado 'socorro'. El vasallo no sólo prestaba el obligado juramento de fidelidad a su señor, sino también un juramento especial de homenaje al señor feudal, el cual, a su vez, le investía con un feudo. De este modo, el feudalismo se convirtió en una institución tanto política como militar, basada en una relación contractual entre dos personas individuales, las cuales mantenían sus respectivos derechos sobre el feudo.
Causas de la aparición del sistema feudal La guerra fue endémica durante toda la época feudal, pero el feudalismo no provocó esta situación; al contrario, la guerra originó el feudalismo. Tampoco el feudalismo fue responsable del colapso del Imperio Carolingio, más bien el fracaso de éste hizo necesaria la existencia del régimen feudal. El Imperio Carolingio se hundió porque estaba basado en la autoridad de una sola persona y no estaba dotado de instituciones lo suficientemente desarrolladas. La desaparición del Imperio amenazó con sumir a Europa en una situación de anarquía: cientos de señores individuales gobernaban a sus pueblos con completa independencia respecto de cualquier autoridad soberana. Los vínculos feudales devolvieron cierta unidad, dentro de la cual los señores renunciaban a parte de su libertad, lo que era necesario para lograr una cooperación eficaz. Bajo la dirección de sus señores feudales, los vasallos pudieron defenderse de sus enemigos, y más tarde crear principados feudales de cierta importancia y complejidad. Una vez que el feudalismo demostró su utilidad local reyes y emperadores lo adoptaron para fortalecer sus monarquías.
PLENITUD 
El feudalismo alcanzó su madurez en el siglo XI y tuvo su máximo apogeo en los siglos XII y XIII. Su cuna fue la región comprendida entre los ríos Rin y Loira, dominada por el ducado de Normandía. Al conquistar sus soberanos, a fines del siglo XI, el sur de Italia, Sicilia e Inglaterra y ocupar Tierra Santa en la primera Cruzada, establecieron en todas estas zonas las instituciones feudales. España también adoptó un cierto tipo de feudalismo en el siglo XII, al igual que el sur de Francia, el norte de Italia y los territorios alemanes. Incluso Europa central y oriental conoció el sistema feudal durante un cierto tiempo y en grado limitado, sobre todo cuando el Imperio bizantino se feudalizó tras la cuarta Cruzada. Los llamados feudalismos del antiguo Egipto y de Persia, o de China y Japón, no guardan relación alguna con el feudalismo europeo, y sólo son superficialmente similares. Quizá fueran los samurais japoneses los que más se asemejaron a los caballeros medievales, en particular los sogunes de la familia Ashikaga; pero las relaciones entre señores y vasallos en Japón eran diferentes a las del feudalismo de Europa occidental.
Características En su forma más clásica, el feudalismo occidental asumía que casi toda la tierra pertenecía al príncipe soberano -bien el rey, el duque, el marqués o el conde- que la recibía "de nadie sino de Dios". El príncipe cedía los feudos a sus barones, los cuales le rendían el obligado juramento de homenaje y fidelidad por el que prestaban su ayuda política y militar, según los términos de la cesión. Los nobles podían ceder parte de sus feudos a caballeros que le rindieran, a su vez, homenaje y fidelidad y les sirvieran de acuerdo a la extensión de las tierras concedidas.
De este modo si un monarca otorgaba un feudo de doce señoríos a un noble y a cambio exigía el servicio de diez caballeros, el noble podía ceder a su vez diez de los señoríos recibidos a otros tantos caballeros, con lo que podía cumplir la prestación requerida por el rey. Un noble podía conservar la totalidad de sus feudos bajo su dominio personal y mantener a sus caballeros en su señorío, alimentados y armados, todo ello a costa de sufragar las prestaciones debidas a su señor a partir de su propio patrimonio y sin establecer relaciones feudales con inferiores, pero esto era raro que sucediera ya que los caballeros deseaban tener sus propios señoríos.
Los caballeros podían adquirir dos o más feudos y eran proclives a ceder, a su vez, parte de esas posesiones en la medida necesaria para obtener el servicio al que estaban obligados con su superior. Mediante este subenfeudamiento se creó una pirámide feudal, con el monarca en la cúspide, unos señores intermedios por debajo y un grupo de caballeros feudales para servir a la convocatoria real.
Los problemas surgían cuando un caballero aceptaba feudos de más de un señor, para lo cual se creó la institución del homenaje feudatario, que permitía al caballero proclamar a uno de sus señores como su señor feudal, al que serviría personalmente, en tanto que enviaría a sus vasallos a servir a sus otros señores. Esto quedaba reflejado en la máxima francesa de que "el señor de mi señor no es mi señor" de ahí que no se considerara rebelde al subvasallo que combatía contra el señor de su señor. Sin embargo, en Inglaterra, Guillermo I el Conquistador y sus sucesores exigieron a los vasallos de sus vasallos que les prestaran juramento de fidelidad.
Obligaciones del vasallo La prestación militar era fundamental en el feudalismo, pero estaba lejos de ser la única obligación del vasallo para con su señor. Cuando el señor era propietario de un castillo, podía exigir a sus vasallos que lo guarnecieran, en una prestación denominada 'custodia del castillo'. El señor también esperaba de sus vasallos que le atendieran en su corte, con objeto de aconsejarle y de participar en juicios que afectaban a otros vasallos. Si el señor necesitaba dinero, podía esperar que sus vasallos le ofrecieran ayuda financiera. A lo largo de los siglos XII y XIII estallaron muchos conflictos entre los señores y sus vasallos por los servicios que estos últimos debían prestar. En Inglaterra, la Carta Magna definió las obligaciones de los vasallos del rey; por ejemplo, no era obligatorio procurar ayuda económica al monarca salvo en tres ocasiones: en el matrimonio de su hija mayor, en el nombramiento como caballero de su primogénito y para el pago del rescate del propio rey. En Francia fue frecuente un cuarto motivo para este tipo de ayuda extraordinaria: la financiación de una Cruzada organizada por el monarca. El hecho de actuar como consejeros condujo a los vasallos a exigir que se obtuviera su beneplácito en las decisiones del señor que les afectaran en cuestiones militares, alianzas matrimoniales, creación de impuestos o juicios legales.
Herencia y tutela Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los feudos. Cuando éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia llamado 'socorro'. Su cuantía fue en ocasiones motivo de conflictos. La Carta Magna estableció el socorro en 100 libras por barón y 5 libras por caballero; en todo caso, la tasa varió según el feudo. Los señores se reservaron el derecho de asegurarse que el propietario del feudo fuese leal y cumplidor de sus obligaciones. Si un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad y buen caballero, el señor no tenía por qué objetar su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de edad o si el heredero era mujer, el señor podía asumir el control del feudo hasta que el heredero alcanzara la mayoría de edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su aprobación. De este modo surgió el derecho señorial de tutela de los herederos menores de edad o de las herederas y el derecho de vigilar sobre el matrimonio de éstas, lo que en ciertos casos supuso que el señor se eligiera a sí mismo como marido. La viuda de un vasallo tenía derecho a una pensión de por vida sobre el feudo de su marido (por lo general un tercio de su valor) lo que también llevaba a provocar el interés del señor por que la viuda contrajera nuevas nupcias. En algunos feudos el señor tenía pleno derecho para controlar estas segundas nupcias. En el caso de muerte de un vasallo sin sucesores directos, la relación de los herederos con el señor variaban: los hermanos fueron normalmente aceptados como herederos, no así los primos. Si los herederos no eran aceptados por el señor, la propiedad del feudo revertía en éste, que así recuperaba el pleno control sobre el feudo; entonces podía quedárselo para su dominio directo o cederlo a cualquier caballero en un nuevo vasallaje.
Ruptura del contrato Dado el carácter contractual de las relaciones feudales cualquier acción irregular cometida por las partes podía originar la ruptura del contrato. Cuando el vasallo no llevaba a cabo las prestaciones exigidas, el señor podía acusarle, en su corte, ante sus otros vasallos y si éstos encontraban culpable a su par, entonces el señor tenía la facultad de confiscar su feudo, que pasaba de nuevo a su control directo. Si el vasallo intentaba defender su tierra, el señor podía declararle la guerra para recuperar el control del feudo confiscado. El hecho de que los pares del vasallo le declararan culpable implicaba que moral y legalmente estaban obligados a cumplir su juramento y pocos vasallos podían mantener una guerra contra su señor y todos sus pares. En el caso contrario, si el vasallo consideraba que su señor no cumplía con sus obligaciones, podía desafiarle -esto es, romper formalmente su confianza- y declarar que no le consideraría por más tiempo como su señor, si bien podía seguir conservando el feudo como dominio propio o convertirse en vasallo de otro señor. Puesto que en ocasiones el señor consideraba el desafío como una rebelión, los vasallos desafiantes debían contar con fuertes apoyos o estar preparados para una guerra que podían perder.
Autoridad real Los monarcas, durante toda la época feudal, tenían otras fuentes de autoridad además de su señorío feudal. El renacimiento del saber clásico supuso el resurgimiento del Derecho romano, con su tradición de poderosos gobernantes y de la administración territorial. La Iglesia consideraba que los gobernantes lo eran por la gracia de Dios y estaban revestidos de un derecho sagrado. El florecimiento del comercio y de la industria dio lugar al desarrollo de las ciudades y a la aparición de una incipiente burguesía, la cual exigió a los príncipes que mantuvieran la libertad y el orden necesarios para el desarrollo de la actividad comercial. Esa población urbana también demandó un papel en el gobierno de las ciudades para mantener su riqueza. En Italia se organizaron comunidades que arrebataron el control del país a la nobleza feudal que incluso fue forzada a residir en algunas de las urbes. Las ciudades situadas al norte de los Alpes enviaron representantes a los consejos reales y desarrollaron instituciones parlamentarias para conseguir voz en las cuestiones de gobierno, al igual que la nobleza feudal. Con los impuestos que obtuvieron de las ciudades, los príncipes pudieron contratar sirvientes civiles y soldados profesionales. De este modo pudieron imponer su voluntad sobre el feudo y hacerse más independientes del servicio de sus vasallos.
DECADENCIA:  El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII; a partir de entonces inició su decadencia. El subenfeudamiento llegó a tal punto que los señores tuvieron problemas para obtener las prestaciones que debían recibir. Los vasallos prefirieron realizar pagos en metálico (scutagium, 'tasas por escudo') a cambio de la ayuda militar debida a sus señores; a su vez éstos tendieron a preferir el dinero, que les permitía contratar tropas profesionales que en muchas ocasiones estaban mejor entrenadas y eran más disciplinadas que los vasallos. Además, el resurgimiento de las tácticas de infantería y la introducción de nuevas armas, como el arco y la pica, hicieron que la caballería no fuera ya un factor decisivo para la guerra. La decadencia del feudalismo se aceleró en los siglos XIV y XV.
Durante la guerra de los Cien Años, las caballerías francesa e inglesa combatieron duramente, pero las batallas se ganaron en gran medida por los soldados profesionales y en especial por los arqueros de a pie. Los soldados profesionales combatieron en unidades cuyos jefes habían prestado juramento de homenaje y fidelidad a un príncipe, pero con contratos no hereditarios y que normalmente tenían una duración de meses o años. Este 'feudalismo bastardo' estaba a un paso del sistema de mercenarios, que ya había triunfado en la Italia de los condotieros renacentistas.

De turismo por la literatura de la EDAD MEDIA

Las leyendas de la edad media tienen estrecha relación con el desarrollo de las lenguas llamadas vulgares o populares, que eran los idiomas diferentes del latín. Antes del siglo XI, muchas leyendas pasaban por tradición oral, pero entre los siglos XI y XII, las lenguas vulgares se transformaron y dieron origen a las lenguas romances, las cuales se utilizaron para escribir literatura profana. Ello ayudó a que las leyendas paganas se convirtieran en romances y cantares de gesta.

LEYENDAS INGLESAS

Hojas frutos y raíces de mandrágoraLa mandrágora:
Apenas existe tal misterio en la actualidad, porque apenas existen mandrágoras. O no existen al menos mandrágoras cuyas raíces tengan la forma clásica de la mandrágora legendaria. Es una forma que recuerda un cuerpo humano. Y a esta raíz prodigiosa se le han atribuido, en otros tiempos virtudes. Y se ha vendido a precios muy elevados como afrodisíaco garantizado. De lo que no se tiene noticia es de los resultados. La verdad es que existe en nuestro país una planta con este nombre. Es planta antigua, pues el nombre es griego. No se conoce el significado de esta palabra mandrágora, que en griego es el nombre de una planta. [...] La planta a la que la leyenda, ya desde antiguo, atribuye virtudes, tiene la raíz en forma de ser humano. Pero no parece que ninguna planta tenga la raíz de veras de esta forma. Es posible que las raíces de la mandrágora de formas más o menos parecidas a hombrecitos hayan sido previamente manipuladas. Y también, posiblemente, falsificadas con otras raíces, las de algunos Alliums o las de Brionia. UnicornioSí, parece que lo único que tiene de veras aprovechable la mandrágora es su leyenda. Desde muy antiguo se han atribuido virtudes y hechizos a estas raíces en forma de cuerpos humanos, procedan de donde procedan. Se ha dicho que son los mejores amuletos para tener la suerte de cara en empresas sentimentales y de negocios. En fin, que poseer una mandrágora es tener resueltos todos los problemas. Y es natural que si un herborista, o un mago, posee alguna, no la venda si no se la pagan bien. La leyenda asegura que todas las raíces de mandrágora se transforman en hombrecitos de verdad, como pequeños duendes, y que se dedican a favorecer al dueño de la planta. No asegura la leyenda que todas las raíces de mandrágora tengan forma humana. Que la tienen algunas, sí. Y que éstas son las verdaderas plantas hechiceras. El afortunado poseedor de una raíz de mandrágora en forma de hombrecito sostiene que esta planta, en el momento de arrancarla grita. Y que el grito mata a quien intenta arrancarla. Y que el procedimiento para arrancarla y salvar la vida es el siguiente. Se cava hondo alrededor de la raíz hasta ponerla al descubierto. Mientras no se intente arrancarla no hay peligro. Se ata una cuerda a la raíz y el otro extremo se ata al cuello de un perro. Se llama al perro desde cierta distancia. El perro quiere acudir, tira de la planta y la arranca, grita, y el perro muere. No hay más remedio que sacrificar al perro. Pero se ve que, dado el poder hechicero de la mandrágora, merece la pena sacrificar un perro. (Noel Clarasó)
La medicina de la antigua civilización babilónica usaba como remedios la mandrágora, el opio, cáñamo, cerveza y vino, asi como diversos tipos de veneno. El Cannabis se cultivaba libremente en Escocia hace mil años y se empleaba para obtener aceite de lámparas o mezclado con mantequilla como digestivo.
Remedios macabros. Momias falsificadas:
Las momias eran profanadas por los árabes para hacer medicinas muy costosas contra las úlceras, la anemia o la jaqueca. Algunos astutos comerciantes, ante su escasez, las fabricaban a partir de cadáveres obtenidos por las calles o robados en los cementerios. La pócima era vendida en pequeños frascos que contenían un trozo de carne humana aliñada con sustancias aromáticas, aceites y resinas. En occidente esta práctica clandestina se hacían con cuerpos de ahorcados recientes, secados al horno y bañados en betún.

QuimeraQuimera:
La quimera era un animal fabuloso, mezcla de cabra y león. A veces se la describe con dos cabezas, una de cabra y otra de león. Como la quimera depredaba las tierras de Amisodores, el rey de Caria, se le ordenó a Belerofonte que la matase, tarea que éste cumplió con ayuda del caballo alado Pegaso.El Diccionario de la Real Academia define quimera como "aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo". La palabra aparece registrada en nuestra lengua por primera vez en 1343 como cimera, tomada del latín chimaera (quimera, animal fabuloso) y éste del griego khimaira, con el mismo significado. La forma actual, quimera, data de 1438 y Corominas la señala como "cultismo".
Basilisco:
En su Historia natural, Plinio eñ Viejo (23-79 d.C.) describió detalladamente al basilisco, que más adelante se convirtió en una figura habitual de los bestiarios medievales. Cuenta Plinio que procede de un huevo puesto por un gallo viejo e incubado por un sapo o una serpiente. Según algunos testimonios sólo con la mirada puede prender fuego a pájaros en vuelo y desecar la vegetación. Se cuenta que en el s.XV Inglaterra sufrió una plaga de basiliscos que sembraban el terror hasta que un valiente se vistió con un traje de espejos y recorrió el país para exterminarlos. En Varsovia (1587) el médico real atribuyó el crimen de dos niñas y su niñera a un basilisco y un reo con traje de espejos fue obligado a enfrentársele.
Ave Fénix:
Anidaba en un bello claro arbolado de la India central. Era una ave magnífica. Semejante a un águila muy grande, con el plumaje rojo y dorado, las alas irisadas y los pies escarlata, vivía más de 500 años; en algunas encarnaciones, hasta 1.000. Se creía que se alimentaba de aire y rocío, pues nunca se le había visto comer. Cuando llegaba el fin de su tiempo migraba hacia el oeste. A su paso por la península arábiga, reunía hojas y ramas de canela, mirra y otras muchas especias antes de reanudar su viaje a Fenicia (Líbano). Allí construía una pira, frotaba el pico contra un pedernal, encendía la hoguera y ardía hasta quedar reducido a cenizas. Al día siguiente aparecía una diminuta figura vermiforme entre los rescoldos, que rápidamente se convertía en un pájaro idéntico a su progenitor. Al cabo de tres días, el nuevo fénix reunía las cenizas de su antecesor y las llevaba a Heliópolis (Egipto), donde se erigía el templo del dios del sol, antes de emprender su regreso a la India.
Serpientes marinas:
Jormungandr, la serpiente que rodeaba la Midgard (la Tierra) en la mitología escandinava, era la perpetua enemiga de Tor. Aristóteles (s.IV a.C.) fue uno de los primeros en describir serpientes marinas reales. En su Historia Animalium, refiere que son muy grandes y cuenta que al ser atacados por estas criaturas marinas cerca de las costas libias, unos marineros vieron huesos de bueyes devorados por ellas. Uno de sus trirremes zozobró cuando varias serpientes marinas arremetieron contra él. Un avistamiento célebre fue el que realizara Oloff Mansson, arzobispo de Upsala, quien en su Historia de gentibus septentrionalis (1555), habla de una criatura enorme que sembraba el terror entre los pescadores noruegos. Su descripción es detallada. Posee comúnmente pelos de medio metro de longitud cayéndole por el cuello y escamas afiladas, es negro y tiene la mirada inflamada. Uno de los testimonios más fiables pertenece al célebre obispo noruego Hans Egede. En ruta hacia Groenlandia (1734) vio emerger de las aguas una serpiente que superaba con la cabeza la altura del mástil mayor. Al sumergirse, observó que tenía la cola más larga que el barco entero.. El capitán Peter McQuhoe describió a su vuelta a Londres todos los detalles de un avistamiento entre el cabo de Buena Esperanza y Santa Helena. Fue observada por toda la tripulación delDaedalus una criatura de 18 m, parda y con la garganta blanca, con algo semejante a la crin de un caballo [...] cayéndole sobre el lomo.

LEYENDAS FRANCESAS


  • Las leyendas francesas (segunda parte)En Borgoña : “ el Wivre del Grisy”
Erase una vez un pesacador al borde del río Grisy que ya concluyendo con su larga jornada de trabajo, hubo algo que llamó su atención, decidió entonces volver a las aguas para descubrirlo, vió un gigantesco diamante al aprecer sin dueño, era tan bello y respladeciente que de hecho pensó que era una alucinación. De repente volviendo a la realidad, el hombre escuchó un ruido, se percató que había otro objeto extraño al lado del diamante, escondido entre hierbas un ser terrorífico logró espantarlo tanto que el pobre pesacador corrió tan rápido como pudo hasta llegar al pueblo. Relató la historia en voz alta diciendo que nunca antes había visto a un ser más horrible y extraño, una serpierte con alas!! era tan terrorífica que incluso olvidó tomar el tesoro antes de huir.
En ese instante una vieja mujer dijo que esa bestia era conocida como el “Wivre” , guardian de un fabuloso tesoro, que tenía siempre incrustado en su frente y sólo lo soltaba en medio de sus baños en las aguas del Grisy. Tiempo después hubo más de uno que intento recuperar el tesoro pero nadie pudo lograrlo, unos escapaban despavoridos y otros nunca regresaban.
  • En Auvergne : “ La bestia de Gévaudan”
Cuenta la leyenda que en el siglo XVIII en lo alto del Gévaudan, bosque profundo entre la Auvergne y Languedoc, una joven pastorcita regresaba a casa con su rebaño, en la espesura del bosque en medio de ramas y hierbas un repugnante monstruo se lanzó de reprente sobre una de sus ovejas destrozándola de un sólo golpe con sus enormes dientes y garras filosas, aterrorizada la pastorcita corrió sin cesar hasta la aldea para prevenir Las leyendas francesas (segunda parte)a la gente. Inmediatamente un grupo de valientes hombres emprenden la misión de cazar la bestia, y parten en su búsqueda pero desafortunadamente no logran nada… solamente fueron testigos de las grandes huellas de garras filosas a lo largo del bosque.
En el transcurso de tres años, varios hombres bajo la organización del Rey, exploraron cada detalle del bosque con el fín de encontrar y acabar de una vez por toda con la bestia, pero de nuevo sólo se encontraban huellas de garras enormes y rastros de una gran bestia sedienta de sangre…. tanto que se estableció que la bestia de Gévaudan era de origen diabólico pero real…. habría iniciado con el asesinato de animales, seguido por niños y jovenes mujeres …
Una vez uno de los soldados del Rey, atravesaba el bosque, de un momento a otro un enorme lobo lo atacó pero su reacción fue tan efectiva que logro matarlo atravesando una bala en la cabeza de la bestia, este cayó de inmediato a sus pies y fue llevado por él mísmo al palacio. El rey felicitó alegoricamente a su soldado, pensando que había matado al mostruo, más sin embargo los ataques no cesaron, lo cual indicaba que la bestia de Gédauvan seguía viva!
En otra ocasión, Jean Chastel, un fiel que realizaba su plegaria, fue testigo de un acto terrorífico. Una repugnante bestia se paró en frente suyo con el objetivo de asesinarlo pero él, en medio de su pánico logró reaccionar presionando el gatillo antes del ataque de la bestia. Luego envió el cadáver del monstruo al Rey, quien dolido, enterró el caso, sin decir una sola palabra.
Pero el rumor continúa en la actualidad, unos dicen que esta bestia de origen diabólico sería únicamente un hombre endemoniado y que su alma sigue vagando en los bosques de Gévaudan.
Y para finalizar, luego de una sucesión de historias un poco tenebrosas, una historia de amor…
Las leyendas francesas (segunda parte)Las leyendas francesas (segunda parte)Las leyendas francesas (segunda parte)
  • en la región del Centro : “La pobre Madelaine”
Erase una vez en el Valle del Loira un barón muy poderoso, orgulloso de sus hijos, futuros caballeros. Les tenía prohibido establecer cualquier tipo de relación con los campesinos y mucho menos campesinas pero uno de ellos, estaba perdidamente enamorado Madelaine, una hermosa pero joven campesina del pueblo… Se encontraba todos los días en el bosque para vivir su romance apasionadamente, Madelaine tenía por costumbre tomar una flor y deshojarla para saber si el príncipe la amaba o no. Un día, él no vino nunca, no llegó a su cita, Madelaine había decidido deshojar chabacanos esa tarde, el último pétalo le había dicho que él no la amaba más, desconsolada y enormemente triste la joven decidió lanzarse a la aguas del riachuelo para terminar con su dolor.
Se dice que aún en nuestros días algunos pueden ver a una joven vestida de blanco, que llora desconsoladamente cuando el último pétalo le dice “no te ama” y que sonrie dulcemente cuando el último pétalo le dice “te ama” …

LEYENDAS ESPAÑOLAS
EL POZO AMARGO DE TOLEDO




Hay una calle en Toledo, llamada " la bajada al Pozo Amargo ", que hace algún tiempo tenía en medio de una pequeña plazoleta, un pozo hoy desaparecido, del que se contaba la siguiente leyenda.

En la época de la dominación árabe, había un judío de notable reputación en la ciudad, sobretodo entre la numerosa colonia sefardí (Judíos españoles). Este judío unía a sus grandes riquezas un profundo conocimiento de la ley y la religión de Moisés, por lo cual se le consideraba un rabino y era muy apreciado por todos los de su grupo. Era viudo, y todo el cariño y atención lo dedicaba a su única hija, una joven de gran belleza y bondad. Su educación se había llevado a cabo con todo esmero, y su padre demasiado protector había impedido que se juntara con jóvenes de su edad que tuvieran una educación o condiciones inferiores.. Así la joven vivía aislada en su soberbia mansión en donde pasaba los días bordando o entonando dulces canciones al son de instrumentos que ella misma tocaba.

Un día en que contemplaba la calle desde la ventana de su casa, guardada por una celosías, vio pasar a un joven vestido con traje de cristiano, cuya elegancia y gallardía llamó poderosamente su atención, desde ese día todas las mañanas fingía bordar junto a la ventana pero sus ojos buscaban al apuesto muchacho que a caballo pasaba.
Unos días lograba su propósito y conseguía observarle entre la multitud, otras veces desesperada pasaba horas sin poder verle una vez mas y se retiraba triste a su alcoba.
Consiguió tras muchas súplicas que su padre le permitiera dar algunos paseos por los alrededores de la ciudad, siempre acompañada de una mujer de avanzada edad en la que el padre tenía gran confianza. En uno de estos paseos pudo por fin ver al joven que enseguida reparó en la muchacha y se sintió atraído por ella. No tardó mucho en preguntar quién era y dónde vivía, desde entonces todos los días procuraba pasar más despacio frente a la ventana de la joven aunque no lograba verla tras las espesas celosías de la gran casa.
Una mañana, ella decidió comunicarse de alguna forma con el muchacho y dejó caer por entre las rendijas del balcón un pequeño papel donde con mano temblorosa escribió su deseo de hablar con él. La misma fue correspondida días después con otra en la que citaba a la joven en una callejuela junto al pozo.
Sin duda tuvo que pasar por muchas súplicas y algún engaño, pero finalmente consiguió poder salir ese día y poder estar en secreto en el lugar indicado.
La noche era oscura y apenas se oía a lo lejos algún perro solitario o lejanas pisadas que se desvanecían entre las callejuelas, llena de temores, ella se deslizó con rapidez hasta el lugar indicado. Allí estaba él, envuelto en una capa, ambos hablaron protegidos por la oscuridad y como no podía ser menos tras tantas dificultades se juraron amor y fidelidad eternos.

Las salidas se sucedieron noche tras noche sin que fuera descubierta, hasta entonces nadie se dio cuenta, su amor se fue haciendo cada vez más fuerte, pero ambos temían la oposición de sus familias. Ella era judía y él cristiano, la convivencia entre ambas facciones era muy tensa y no estaba bien visto una unión de ese tipo.
La fatalidad quiso que un día sin que se dieran cuenta alguien los observara desde lejos y los reconociera, era un amigo del padre de la joven que no esperó demasiado para comunicárselo al progenitor. La ira del judío al saber que su hija se juntaba en secreto con un cristiano fue tremenda, montó en cólera y maquinó la forma de sorprender a ambos y vengar semejante traición sobre su persona y sobre su religión, no dudaba de la inocencia de su hija y de que todo aquello era culpa de aquel cristiano que de alguna forma la había engañado.
Aquella noche el padre esperaba escondido en las sombras de las calles de Toledo, un puñal oculto bajo su capa. No tardó en llegar el joven y se sentó en la boca del pozo a esperar a su amada. Sin esperarlo se vio sujeto de repente por un brazo que intentó arrojarlo al interior del pozo, pero se resistió con energía, cuando iba a conseguir soltarse sintió un frío que penetraba en sus entrañas, sus ojos se nublaron y cayó muerto a los pies del judío. Se oyó un ruido, se dio la vuelta y allí estaba su hija con su pálido y desencajado rostro, había presenciado los últimos momentos de la muerte de su amado a manos de su padre, finalmente cayó desvanecida sobre las frías losas de la plaza.
El padre la cogió entre sus brazos y envuelta en su capa la llevó de nuevo a casa donde ni mimos ni atenciones a lo largo de los días siguientes la hicieron volver a la normalidad, simplemente había perdido la razón, había enloquecido...
Una noche en la que el padre entró en el cuarto de la muchacha, descubrió que no estaba, se descolgó por el balcón hacia la calle, tanto el padre como los sirvientes se apresuraron calle abajo en su búsqueda, la descubrieron junto al pozo donde los amantes se juntaban noche tras noche, pero no pudieron llegar hasta ella, miró la luna reflejada en el fondo del abismo y se arrojó decidida. Cuando la sacaron ya no se pudo hacer nada por su vida, estaba muerta.
El suceso conmovió a las gentes de la época de la ciudad de Toledo, desde entonces aquel pozo se denominó «Pozo Amargo». Hoy ha desaparecido pero alguna vez he oído hablar de dos figuras que por la noche se pierden rápidas entre las sombras de las estrechas y frías callejuelas hasta que finalmente dejan de ser visibles en el centro de aquella plaza, ahora ya nadie podrá separarles jamás.
          Leyenda del Pozo Amargo                Pozo Amargo, Toledo




LEYENDAS ALEMANAS


EL HIJO DEL GUARDABOSQUES



El hijo del guardabosques de Tuttlingen, en la Selva Negra, volvía a una hora avanzada de la noche de una sesion báquina en la que se había vaciado más botellas de lo razonable.

El joven que se llamaba Berthold, atravesaba canturreando los prados inundados por los rayos de luna y los agradables bosques de abetos más oscuros.
De repente se detuvo bruscamente.
Algo sobrenatural parecía clavarlo en el suelo.


A pocos metros del camino se extendía una laguna llena de flores, cuyas orillas suavemente inclinadas se perdían entre las cañas.
A dos pasos de la orilla, una joven encantadora, sumergida en el agua hasta la cintura, peinaba su larga cabellera. 


Pero la impresión de Berthold fue mayor todavía cuando la joven, en vez de huir, le respondió con dulzura, sin mostrar el menor temor.
El joven volvió a ver a la muchacha al dia siguiente y pronto nació entre los dos una profunda pasión.

Entonces la muchacha de las aguas hizo saber a su enamorado que se llamaba Evelina, que era de la raza de las ondinas y que para casarse con ella debería hacer una extraña promesa: " la de no ir nunca con ella sobre el agua"

Berthold hizo la promesa y se consumó el matrimonio. Era una alegría verlos, y de la mañana a la noche, igual que de la noche a la mañana, las dos criaturas se amaban con tanto abandono y tanta naturalidad que los vecinos sentían deseos de imitarlos.

La llegada del invierno no cambió esta feliz armonía.
Una mañana Berthold dijo a su mujer:
" -Luego saldrás conmigo; te he preparado una sorpresa".

Cuando llegaron a la laguna en la que Eveline se había aparecido por primera vez, el joven sacó de un paquete dos pares de patines y exclamó:
"- Qué alegría esposa mía, te voy a enseñar a patinar".


Pero Eveline se puso pálida como la nieve.
"-¡Tu promesa! ¡Olvidas tu promesa!- exclamó con una voz lamentable.

Berthold se echó a reir y levantando a su mujer en volandas, la depositó sobre el hielo.
Pero ¡ay! el hielo se rompió y, mientras Berthold se agarraba desesperado a los bloques de hielo, Eveline se sumergió y desapareció para siempre.



Han pasado dos años.
El tiempo ha secado las lágrimas del guardabosques.
Sus amigos le han hecho comprender que es demasiado joven para quedarse viudo.

Se ha vuelto a casar con una graciosa muchacha que no pide otra cosa que hacer feliz a un joven y apuesto muchacho.
Mientras los violines resuenan todavía a lo lejos, los dos recién casados han penetrado en la cámara nupcial.
De golpe, una sombra se yergue en medio de ellos y los separa. Es Eveline.
Al día siguiente, y al otro, y al otro...la misma escena se repite.
Eveline aparece siempre para reclamar sus derechos.


La recién casada ha regresado a casa de su madre y Berthold está encerradó en una casa de salud, donde habla sin cesar de la bella ondina que vive en el fondo de la laguna.